Después de haber trabajado durante semanas en la parte más teórica del programa, tocaba por fin mancharse las manos con una primera práctica profesional. Y para ello, nada mejor que un trabajo real y útil para el pueblo: la apertura de zanjas para iluminación en el recinto del polideportivo.
En este espacio, que cuenta con una amplia zona ajardinada y una zona de juegos, se había detectado la falta de iluminación. Así que manos a la obra: desde el día 26 al 29 de mayo, los alumnos-trabajadores del programa se encargaron de ejecutar una zanja de unos 50 a 52 metros lineales, con una profundidad de 50 cm y una anchura de 45 cm, todo ello a mano, sin necesidad de maquinaria.
El objetivo era dejar preparado el recorrido para instalar el macarrón (tubo corrugado) que permitirá pasar el cableado de las tres nuevas farolas que darán servicio a la zona.
Los pasos fueron uno por uno: abrir la zanja, sanearla, colocar el tubo para el paso del cableado y preparar las arquetas de registro correspondientes para el registro y futura instalación. Una vez todo colocado, se cubrió correctamente. Primero una capa de arena de protección, después una capa de mortero continuo, y luego una cinta señalizadora de instalación eléctrica, que se extendió por toda la superficie de la zanja. Finalmente se colocó tierra de relleno y se dejó toda la zona limpia y terminada, como debe ser.
¿Por qué esta capa de mortero encima de la arena de protección?
Pues porque al ser una zona pública donde se trabaja con frecuencia (ya sea para riego, reparaciones o nuevas instalaciones), nos pareció fundamental proteger y señalizar bien el paso de la instalación eléctrica, tanto por seguridad como por durabilidad.
Un trabajo real, útil… y sobre todo hecho con sus propias manos, desde el primer golpe de azada hasta el último palazo de tierra.